Del Cielo Al Infierno




¿Lo recordáis?. ¿Qué hacía, en los años 80 y 90, una persona que se quedaba en paro?: pues montaba un bar. ¿Y qué hacían a últimos de los 90 ó a principios de este siglo?: pues montar una inmobiliaria.

Así comenzó nuestro protagonista. Trabajando para una inmobiliaria, de esas montadas a toda prisa y sin ningún rigor profesional. El único rigor y la única premura que conocían era la de hacer dinero lo más rápido posible.
Pero no era suficiente, y decidió que no quería sólo una parte del pastel. Él, al igual que otros muchos que ya se estaban forrando, merecía el pastel completo. Así que decidió convertirse en promotor.

Y lo hizo. Montó la promotora. Con nombre euskaldún, eso sí, aunque la tierra tan sólo le importase en la medida en que podía explotarla. Además, era la época en que la banca, esos grandes impresentables, financiaba cualquier operación, siempre que hubiese ladrillos por medio. Y no sólo eso, su hermano era el director de una oficina principal de una importante Entidad, en Donosti. Lo tenían, cómo no, todo a su favor. Uno la financiación y el proyecto, y el otro aumentaría la cifra de negocio de su oficina y quién sabe si algo más.

Los dos estaban casados, gastaban buenos y carísimos coches, comían en los mejores restaurantes, esquiaban en Baqueira. Y hasta tenían un barquito. Tenían de todo... menos educación. Pero qué más daba, otros con más títulos y esfuerzo jamás llegarían a donde ellos estaban.

Nuestro promotor no ahorró esfuerzos...y a más de un concejal guipuzcoano lo paseó y le pagó las comidas en los restaurantes y las copas (y algo más) en los puticlubs de Donosti, Tolosa e Irún. Recuerdo a un concejal del interior guipuzcoano que le costó carísimo en una sola noche.

Hoy ni él ni su hermano tienen coche. La promotora ya no existe, a no ser que miremos los ficheros de morosos. El banco prescindió de los servicios del hermano. Y ambos están divorciados.

Y es que el refranero castellano es muy sabio: "Cuando la ruína entra por la puerta, el amor salta por la ventana".

La vida, de una forma o de otra nos da unas lecciones tremendas. De nosotros depende aprovecharlas.

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